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Tradiciones festivas en la Isla. Pasado y presente.

Además de las fiestas de blancos y negros referidas por Antonio Ribot, a mediados del siglo XIX,  sobresalieron las de la colonia que tenían un carácter religioso y  eran organizadas a partir del 25 de julio con varios días de celebraciones y oficios religiosos, fiestas, procesiones, ferias, etc.,  en  honor a Santiago Apóstol, patrón de España.  El  día de Santa Ana, madre de la Virgen María, formaba parte de dichas celebraciones. A comienzos del siglo XX y bajo la dirección de la Sociedad  Popular pinera de Educación y Recreo, tuvo un doble significado, pues se asociaba también al levantamiento independentista del año 1896.

Después de la ratificación del Tratado Hay – Quesada, las fiestas más importantes se trasladan al 13 de marzo, día de la aprobación y fueron apareciendo, desde las carreras de caballos; corridas de cintas; la división en dos bandos, azul y rojo; los disfraces y juegos de mascaritas; el puerco y el palo encebado, la cucaña, combinados con bailables populares, hasta la coronación de la Señorita 13 de marzo y los bailes de salón en la Sociedad Popular pinera, donde amenizaban orquestas de primer nivel de La Habana y otras ciudades del país. Esta última festividad comenzó con la elección de la Reina de la belleza y simpatía, pero fue penetrada por la tendencia mercantilista, que logró modificar la tradición original,  en función de los intereses de patrocinadores comerciales, familias y funcionarios influyentes. No obstante, por la belleza y colorido la distinguieron con su  preferencia  todos los pineros.

Elección de la Señorita 13 de marzo en la década del 50 del siglo XX.

A partir de 1936, con el surgimiento de la sociedad Nuevo Progreso, para negros y mulatos, la investidura de la Señorita 13 de marzo se hacía doble; se seleccionaba a la blanca y a la negra. El alcalde bailaba la primera pieza con cada una, iniciando por la Sociedad Popular pinera, y así comenzaban las fiestas y bailables de la noche.

Festividad tradicional pinera, con la participación de las autoridades locales del Ayuntamiento, en el parque Lacret.

Además de esta festividad, los días 24 de febrero y 20 de mayo se organizaban bailables. Por otra parte, se celebraban las de carácter religioso; en el marco de  la Nochebuena, el 24 de diciembre, se celebraba la misa del gallo, en la noche del 31 de diciembre, esperando el nuevo año, se quemaba un muñeco hecho de ropa vieja y paja seca, que representaba el año viejo y era quemado a las 12 de la noche. Desde muy temprano en la mañana era confeccionado con la colaboración de todos los vecinos y era  motivo de risas; a veces se confeccionaban a imagen y semejanza de alguna que otra persona del pueblo, y era el centro de los juegos de niños y alegría en los barrios.

Después del triunfo revolucionario estos festejos y festividades tradicionales  cesaron con el tiempo y fueron reemplazados por carnavales que incluían paseos de carrozas, bailables masivos, ferias, rodeo, la selección de la estrella o reina del carnaval. De esta forma se transforma  en un nuevo modo festivo, llamado Festival de la Toronja, que mantuvo las mismas actividades, pero se escogían a las muchachas denominándolas, a partir de entonces,  la Flor y los Capullos de azahar, en clara alusión a la actividad citrícola, que fue el principal renglón económico de la Isla.

Una nueva etapa, en la década del 80 del siglo XX excluyó la selección de las mujeres por su belleza y  dio paso a la selección de las mejores carrozas engalanadas por organismos o entidades laborales, así como las respectivas comparsas. Un elemento novedoso en  dicho período fue la incorporación de los estudiantes extranjeros de África, Asia y América Latina a las fiestas, que le imprimieron un sello peculiar y mayor colorido.

La escuela primaria superior (hoy se denomina así a la enseñanza secundaria básica) situada allí tras su demolición fue la primera de este tipo y nivel con que contó la Isla de Pinos, una vez construido el edificio sobre las bases de la antiguo cuartel.

La Iglesia católica de Nueva Gerona.

Formó parte de la célula urbanística establecida por la metrópolis española  para todas sus ciudades coloniales, basad en una plaza central, llamada Isabel II (hoy parque Guerrillero heroico); la casa de gobierno y comandancia militar, residencia de esta autoridad (Museo municipal de Historia), el Protectorado (escuela de arte), algunas casas de familias principales y la iglesia del poblado.

El antecedente más antiguo de una institución religiosa en la Isla de Pinos fue una capilla en 1630, gestionada  por Francisco Manrique de Rojas, aunque no fue hasta  15 de septiembre de 1788 que se erige la primera iglesia, en el hato de San Antonio de los Almácigos, bajo la advocación  original de Nuestra Señora de los Dolores y San Nicolás de Vari, con categoría de  iglesia auxiliar de la parroquia de San Pedro del Batabanó. Esta primera iglesia desaparece y algunos años más tarde se construye otra en San Francisco de las Piedras. En 1809, cuando los Duarte fundan el poblado de Santa Fe, se erige una tercera iglesia allí. No obstante, en el momento de fundar  Nueva Gerona, esta iglesia  retoma la advocación original de la primera, de 1788: Nuestra Señora de los Dolores y San Nicolás de Vari como patronos de la naciente población, pero ya en este año de fundación, 1830, fue puesta bajo la jurisdicción eclesial de la parroquia de Quivicán.

Debido a los azotes de ciclones y huracanes este edificio fue varias veces destruido, aunque la reconstrucción más importante fue la realizada después del paso del ciclón de 1926 pues virtualmente lo destruyó. Como evidencia, en la parte superior de su puerta principal se puede ver grabada en mármol gris, la siguiente inscripción. “Esta Iglesia fue construida a expensas del EXMO (excelentísimo) Sr. Manuel Ruiz y Rodríguez Arzobispo de La Habana que la bendijo e inauguró solemnemente el día 29 de septiembre del año 1929. La Isla de Pinos y su Presidio Modelo le dedican este sencillo homenaje de agradecimiento y admiración”.

En esta Iglesia comenzó a oficiar como cura párroco, el padre Guillermo Sardiñas Menéndez el 27 de febrero de 1954, hasta su incorporación a la Sierra Maestra, el 2 de junio de 1957. A propuesta de Camilo Cienfuegos, el padre Sardiñas fue ascendido a comandante y ocupó el cargo de capellán del Ejército Rebelde. Tras el triunfo revolucionario, trabajó para el gobierno y la patria, en  la iglesia Cristo Rey hasta su fallecimiento. Su actitud sentó un importante precedente en la incorporación de sacerdotes a las luchas libertarias en Latinoamérica. Murió el 21 de diciembre de 1964 en la clínica de los estudiantes (hoy hospital “comandante Manuel Fajardo”).