El teniente coronel de la reserva Gregorio Leyva Pelegrín -uno de los cerca de 300 mil cubanos que participaron en la Operación Carlota (1975-1991)-, no puede soslayar los pasajes de la guerra en Angola, a 32 años de la repatriación a Cuba de los restos mortales de sus compañeros de lucha.
De 1981 a 1983 participó durante 17 meses en acciones combativas en el regimiento de Menongue, provincia de Cubango, frente a las tropas de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), cuyo líder principal era Jonás Malheiro Savimbi, mercenario, primero, al servicio de los colonialistas portugueses y, después, de los racistas sudafricanos, cuenta.
Recuerda que inmediatamente después fue trasladado a Luena, capital de Moxico, donde fue cercado en tres ocasiones por la UNITA, pero la tropa bajo su mando salió victoriosa, dijo al tiempo que lamentó algunas bajas ocasionadas por el enemigo a las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA).
Refiere la historia que el objetivo estratégico de la UNITA era aislar la provincia de Moxico, impedir la llegada de refuerzos, para posteriormente apoderarse de Luena, proclamarla capital de una llamada ‘República Negra’ separada de Angola, en busca de reconocimiento internacional, pero se retiraron del teatro de operaciones ante la feroz resistencia de cubanos y angolanos.
Desde 1975 hasta 1991 combatientes y colaboradores civiles cubanos prestaron ayuda internacionalista al pueblo angoleño.
En la necrópolis de Nueva Gerona se rindió tributo póstumo este martes a quienes ofrendaron su vida en defensa de la humanidad, en acto presidido por las máximas autoridades locales.
Cuando se recuerda hoy en Cuba el aniversario 125 de la caída en combate del Titán de Bronce, Antonio Maceo, y su ayudante Panchito Gómez Toro, la ceremonia en Isla de la Juventud sirvió para patentizar el irrestricto respaldo de los pineros a la Revolución Socialista, herederos del legado de Céspedes, Maceo, Gómez, Martí y Fidel, quienes nos enseñaron que las armas no se entregan sin combatir.