En cada enero se ha hecho tradición que sean los instructores de arte y el talento aficionado quienes regalen al pueblo trabajador la primera gran fiesta de los niños y para los niños.
De la historia de este terruño aprendieron los presentes; de los piratas que lo tuvieron como refugio y sitio en el que abastecerse de agua y alimentos. También de quienes llegaron aquí en calidad de deportados; de las tradiciones que identifican al pinero y mucho más.
Por cerca de una hora los pequeños artistas deleitaron a familiares, amigos y transeúntes con un variadísimo espectáculo donde primó la alegría y los buenos deseos de que este 2024 que se comenzó a vivir sea pródigo en felicidad y realizaciones personales y colectivas.