Se ha vuelto tendencia la competencia de las entidades estatales –en cuanto a precios al menos–, con las formas no estatales de gestión. Ello en detrimento del poder adquisitivo de una mayoría que, ahora, no tiene dónde refugiarse.
La cuestión clave no es que se limite esta emulación, por el contrario, pero resulta imprescindible competir con eficiencia y, ante los altos precios de las materias primas, sacar el máximo en cada proceso productivo.
Para ello no hay otra ruta, la Empresa Estatal Socialista, sus directivos y funcionarios tienen que desempeñar el papel que les corresponde.
Este comentario no es solo una reflexión al viento, viene a colación de lo sucedido en la más reciente feria agropecuaria desarrollada en el poblado de La Fe. Allí este redactor fue testigo de cuando una dependiente perteneciente al sector estatal vendió puré de tomate a 232 pesos la jarrita de 800 gramos –cerca de 700 mililitros en la conversión– y obviamente menos de un litro, eso mientras ocupaba el mismo sitio de ventas de una forma de gestión no estatal.
En comentario anterior afirmé que las materias primas no cambian el costo de un día para otro en el comercio, sin embargo muchas veces los precios sí se elevan casi por horas. De otra manera no se explica un costo similar al mencionado en un producto que es netamente local.
Vivimos tiempos difíciles en extremo y por tanto resulta imprescindible poner en funcionamiento el talento y la experiencia de los trabajadores para sacar el máximo en cada proceso productivo que contribuya a abaratar las mercancías que consumimos.
Estoy seguro de que eventualmente llegará para esto alguna regulación. De otra forma los más vulnerables, sobre todo de la tercera edad, que gastan en medicamentos la mitad de la baja pensión, no tendrán acceso a muchos productos ya no de primera necesidad, mas sí útiles para el día a día
La reiteración en este caso es necesaria, en medio de lo convulso y complejo que se presenta el escenario de la nación hoy, resulta imperativo que todos y cada uno de los actores económicos tomen verdadera conciencia de esta problemática.
Se impone, por consiguiente, poner en práctica iniciativas creadores que lejos de aumentar los precios conlleven a mayor eficiencia y con ellos hacer más con menos, en resumen, competir con la eficiencia.