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Antonio Herrera, el cuentero

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Antonio Herrera fue un cuentero, un creador lleno de fantasía y su obra ha llegado a esta época a través de la expresión oral, por lo que llegó con todas las influencias de quienes la trasmitieron.

Si el Barón Herrera hubiera tenido la posibilidad de escribir sus creaciones fantásticas, hoy se disfrutaría de una obra llena de imaginación y riqueza popular criolla.

Agunos de sus relatos más populares fueron:

  • "Un día el barón fue al monte a cazar un puerco jíbaro, iba con varios de sus perros cazadores, cuando de pronto se les acercó velozmente uno de aquellos animales y dos de los perros se les tiraron a las orejas; pero tan pronto llegó se perdió nuevamente dentro del monte, pero con los dos perros del barón enganchados en sus orejas.

Al otro año, el Barón regresa al mismo lugar y con el mismo fin, cuando de pronto oyó que venía un ruido tremendo que hacía traca –traca, entonces pudo observar que era el mismo cerdo del año anterior que se había llevado a sus dos perros en las orejas. Para su sorpresa vio a los esqueletos de sus perros todavía prendidos de las orejas de aquel gran animal."

  • En una publicación de 1967apareció este cuento suyo:

"Una vez el Barón Herrera llegó a una ciénaga y amarró su caballo en una palma. Echo a caminar y oyó un ruido. Cuando miró para atrás, el caballo y la palma se habían ido. La palma había crecido en el carapacho de una jicotea muy vieja de la ciénaga."

  • "Un día que fue al Sur a cazar con su perro oyó un ruido. Al mirar vio al perro luchando con un cocodrilo. Para tratar de ayudar al perro, cogió el machete para darle un machetazo al cocodrilo, pero le falló el golpe, dándole al perro: Como el machete estaba muy afilado, partió al perro en dos. Al ver esa desgracia y sin perder tiempo echó mano a una majagua para coserlo, pero en el apuro se equivocó, cosiendo una mitad del perro para arriba y otra para abajo.

Así el perro caminaba unas veces con las dos patas de un lado y luego se daba vuelta cuando estaba cansado y caminaba con las dos patas que le habían quedado arriba. Con el ojo de abajo miraba los cochinos y con el de arriba las jutías."

  • "Una vez en el Sur, le entraron ganas de corregir. Al quitarse los pantalones, puso el reloj en una matica. Pero terminó y se le olvidó el reloj. Al cabo de unos 12 años pasó de nuevo por aquel lugar, oyendo el tic tac del reloj, que salía del interior de un tronco de un árbol. Con un hacha partió el tronco y se encontró el reloj andando" .
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