William Herrera Amador es uno de los productores integrales de avanzada que en Isla de la Juventud sortea con alternativas criollas el escenario económico signado por el bloqueo y agravado a causa de la COVID-19 en Cuba.
Este campesino de cepa -perteneciente a la Cooperativa de Crédito y Servicios Grito de Baire- suple el déficit de pienso industrial con alimentos alternativos que siembra y elabora en su finca Las Mercedes, para sostener la ceba de cerdos, consciente de que con su actuar tributa a la implementación de la estrategia económico-social del país.
En la propiedad familiar destiné cinco hectáreas al cultivo de algunas variedades de yuca (no aptas para el consumo humano), boniato, arroz y plantas proteicas, que después utilizó en la elaboración de yogur, una opción ante el déficit de insumo, por los altos costos de la materia prima de importación, explicó a la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
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Apuntó que ese paliativo le permite mantener lo más estable posible la crianza de 80 reproductoras y cerca de mil crías en desarrollo, comprometidas con la empresa ganadera, a fin de cumplir el encargo estatal, tarea que supervisa Ramona Matos Lambert, con quien hace 30 años constituyó una familia.
En respuesta a la creciente necesidad del país de garantizar la soberanía alimentaria, Herrera Amador también incursiona en la cría intensiva al aire libre del cerdo, de capa oscura, rústico y resistente a las enfermedades, antes preterido por los patrones de conversión alimento-carne.
Esta raza cubana tiene una gran capacidad de adaptación a las condiciones más hostiles, por eso en un área cercada mantengo en desarrollo bajo el palmar un rebaño de 47 ejemplares que para su alimentación, además de palmiche, aprovecha los recursos naturales disponibles en la zona, refirió.
Agregó que como productor integral también se dedica a los cultivos varios (incluidos granos, como arroz y frijol), aprovechan los desechos en el manejo agroecológico de la finca, la mala calidad del suelo lo obliga a emplear materia orgánica en sustitución de abono químico a fin de ofertar productos sanos a la población.
Ahora estamos en pico de cosecha de boniato, calabaza y frijol, este último estará afectado en su rendimiento por el trips, uno de los insectos-plagas que lo atacan, a pesar del control biológico, al mismo tiempo trabajamos intensamente en familia en la comercialización de hortalizas y vegetales, comentó.
Enfatizó que como parte de la nueva política para la comercialización de productos agrícolas estrechan vínculo con la comunidad y venden en los centros de trabajo módulos contentivos de pepino, rábano, tomate, lechuga, acelga, cebollino, remolacha y zanahoria, muy bien aceptado por los trabajadores.
Para nosotros cada palmo de tierra es aprovechable, por eso plantamos en los realengos cultivos intercalados de calabaza y maíz, y ahora estamos surcando para sembrar melón, refirió Herrera Amador, quien practica, además, la agricultura familiar.
Acotó que el hijo mayor es ingeniero en informática y el menor estudia ingeniería agrónoma, ambos dedicados a las labores agrícolas, gracias a ellos le pone ciencia a las producciones y avanza mucho más rápido, ese es su aporte a la economía local en tiempos en que el municipio se encuentra en fase de transmisión autóctona limitada.